sábado, 27 de marzo de 2010

Zumatra y la mecánica de tu corpiño / Sofós

Zumatra (por Valentín Cricco, revista Sofós, octubre 2006)


Si toda poesía es la trasformación de lo real en imagen, la obra de Walter Iannelli nos propone una vía encubierta y sutil de acceso al orden simbólico. Tras su aparente sencillez y cotidianeidad se juega una poética del instante y de lo inmediato ante los ojos. Su propuesta plantea el problema de nuestra inserción como lectores en las imágenes y escenas de su mundo sin engañarnos –ni fascinarnos- con lo que creemos compartir, pero que, sin embargo, nos separa, desde cuya distancia la poesía de Iannelli se instala para sorprendernos.

En Zumatra se articula esta dualidad y ambivalencia. La poesía desoculta esa zona de sentires elementales que se entremezclan y confunden con las cosas en que los personajes quedan fijados, identificándose. La cotidianeidad y lo coloquial nos asimila y absorbe hasta mimetizarnos para, inmediatamente, desconcertarnos.

Algo emerge y se manifiesta por sobre el acostumbramiento y la rutina. Algo, a la espera, aguarda para ser develado por la lectura -siempre infinita- del poema. No obstante hay otra escritura, agazapada tras la simpleza lineal y engañosa. Es el trasfondo larvado, residual, que los objetos y las figuras sostienen y que Iannelli nos revela. Tal vez imaginemos que el poeta habrá de resolver, allí, el desocultamiento que la poesía anuncia.

La poética de Iannelli se instala, sin embargo, en otro registro. En aquella franja de lo cotidiano donde el lirismo y la ironía se conjugan hasta imbricarse en esa ambigüedad de lo poético donde reside uno de los mayores logros de su poesía. Una superficie y un fondo (inadvertido) se confunden para despejarse y abrir, entonces sí, el espacio desocultado en el que lo desoculto estuvo desde siempre, sin necesidad de acto de desocultamiento: “poesía es lo que se está viendo”.

Como en “lucidez del vidrio”, el encanto opresivo de la transparencia reclama, paradójicamente, el ocultamiento para que lo “demasiado claro”, en su engañosa transparencia, no se interponga cuando los ojos “no quieran mirar a su través”.

Comentario aparte merecería el tema de la “teofanía del presente”a la que Iannelli se refiere en “Memoria de la carne”; su obra explicita el carácter radical de la dialéctica del momento que anula, ácidamente, la consoladora duración temporal para aprender la existencia en el instante fugado de la intuición. Pero esto puede ser asunto de otro comentario.

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