martes, 18 de mayo de 2010

Entrevista a Helios Buira

realizada en el ciclo literario
"Belisama" el sábado 15 de mayo
¡Para disfrutar!!

-Primera parte
http://www.youtube.com/watch?v=9XVgG8Wt25I

-Segunda parte
http://www.youtube.com/watch?v=HDHHC6ckDRc

-Tercera y última parte
http://www.youtube.com/watch?v=wg5drIGRZKY

domingo, 18 de abril de 2010

La cafétería de Phil / Alejandría

Tres Poetas Tres


. . Al leer a algunos poetas descubro que la vitalidad no siempre está en los cinco minutos de éxtasis o iluminación, sino en otra cosa más mundana, más dolorosa. Es como si en cierto modo, y en el sentido pleno del oficio, el poeta fuera un pordiosero que va mendigando por el mundo y por las vísceras de su propia humanidad.


. . Haciendo honor al axioma de Nicanor Parra que dice que “poesía es todo lo que se mueve; el resto es prosa”, propongo tres poetas que no hacen prosa, que son inquietos... y que a la vez inquietan. Los tres son argentinos: Rolando Revagliatti y Alejandro Schmidt (constructores ambos de una vasta obra), y el joven Henríquez (así nomás, sin nombre), recientemente publicado por Ediciones de la Cultura.


HE SIDO EL ANCLA
He sido el ancla de mi mamá
y el “no se puede
seguir en lo que estábamos”
de mi papá.
.
Él, en parte, pudo
seguir en lo que estaba.
.
. . . (Rolando Revagliatti; libro Sopita -2008-)
.
LEYENDO UNA REVISTA DE POESÍA
Y ese que habla del amor
y el otro que evoca la heladera
de su madre muerta
.
una tras otra
las columnas de vocablos
como ejércitos volviendo del desastre
.
algo encuentro en el papel barato...
.
Humo de sacrificios
o el gran porvenir de otra ilusión.
.
. . . (Alejandro Schmidt; libro 60 poemas breves -2009-)
.
DIFERENCIA O SEMEJANZA
Yo no tengo
Nada que ver con el Chino
Al que le pegaron 3 tiros
Justo antes
De juntar las 60 lucas
Para el terreno
Que quería.
Pero a su vez
Tengo
Más que ver con el Chino
Que con el resto
De este mundo.
.
. . . (Henríquez; libro La cafetería de Phil -2009-)

sábado, 27 de marzo de 2010

Gritos en mis ojos / Lilith

(para leer on line http://desmenuzartemejor.blogspot.com/2010/01/gritos-en-mis-ojos.html)

Gritos en mis ojos
Ivana Szac
Ediciones de La Cultura, 2009
Poesía, 72 pp.
por Rubén Sacchi

Gritar los ojos. Semejante metáfora implica mucho dolor visto aunque, teniendo en cuenta la edad de la poetisa, debe advertirse gran poder de observación y elevada sensibilidad. No es un hecho caprichoso, la realidad no da para menos, pero es el artista quien debe poner la angustia en el lenguaje humano, para que pueda decirse, nombrarse lo inenarrable y así conjurarlo.

La poesía en Ivana Szac no incluye anestesia, sus palabras son frescos de la realidad que cada día golpea con dureza las barriadas pobres del Gran Buenos Aires: "Ellos / todas las mañanas / beben angustias de pan..." y vaya a saber qué culpas, propias o ajenas, intenta redimir a través del sacrificio: "La poesía en mí / como los clavos en las manos de Jesús".

Hay muchos tipos de poesía: las hay que acarician con efecto balsámico las almas cansadas; las que imprimen un ritmo frenético en nuestro cerebro; las que nos llevan al interior de paraísos y de infiernos... pero, en el caso que nos ocupa, este es un libro cuyas "... palabras marcan / como una herradura caliente / la piel de la historia".

Publicado por Ruben en viernes, enero 15, 2010

Etiquetas: Diario de los Poetas, Ediciones de La Cultura, Ivana Szac, Libros, Poesía

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No leí el libro, pero el comentario me gustó mucho y me dio muchas ganas de leerlo. El título es muy poético. Mucho éxito con la edición. Un beso. Adriana Maggio

21 de enero de 2010 15:36
Ruben dijo...
Gracias Adriana por la parte que me toca, no creo que te arrepientas de leerlo. Besos.

Zumatra y la mecánica /Poesía sin corbata

Por Agustín Gribodo para Alejandría
(para leer on line http://agustingribodo.blogspot.com/2009/11/poesia-sin-corbata-viejas-y-nuevas.html)

Cierta vez a Pablo Neruda le criticaron el uso de la palabra “patitos” en uno de sus poemas. El autor chileno respondió que mientras existiera la palabra “patitos” y la poesía se hiciera con palabras, él habría de seguir escribiendo “patitos” en sus poemas.

La anécdota, tal vez no exactamente igual a como aparece en mi recuerdo, figura en el libro de Neruda Memorias, confieso que he vivido, y se contrapone a la idea formal que muchos lectores (poetas incluidos) tienen de la poesía.

El lugar común no sólo aparece en la rima gastada y en expresiones utilizadas hasta el cansancio, sino también en el modo de ver y comprender la creación poética. Los lectores deberíamos sacarle a la poesía ese manto sagrado con el que secularmente la hemos cubierto..

Quizá sea la ausencia de amplitud mental o la falta de nuevas lecturas. Y con esto no quiero decir que que sólo hay que leer autores jóvenes: vaya como muestra un brevísimo poema del portugués Fernando Pessoa (1888 – 1935), a quien ya no puede adjudicársele el pecado de la juventud:

Poco me importa.
¿Poco me importa, qué?
No sé: poco me importa.

Walter Iannelli y Rolando Revagliatti de quienes transcribo a continuación sendos poemas, son una clara señal de la adaptación de la poesía al cambio de los tiempos. Lo hicieron en su momento creadores como Pablo Neruda y Fernando Pessoa (este último aparece arriba en la imagen), y lo hacen hoy muchos otros.

Walter Iannelli (Bs. As., 1962) es editor, periodista cultural y escritor. Publicó, entre otros libros, Alguien está esperando (cuentos), Sanpaku (novela), Zumatra y la mecánica de tu corpiño (poesía) y Metano (cuentos). Edita el blog Sinécdoque:

Un día en Zumatra
Un día en Zumatra
sin piel que cubra las cosas
sin bisagra.

Un día en Zumatra para comprar
flores sin destino
un río un mapa un zumatrino.

El corazón media en sus
raíces y no hay
cómo detenerlo.

Las nubes, por ejemplo, están.


Rolando Revagliatti (Buenos Aires, 1945) tiene entre sus últimas publicaciones los libros de poesía Trompifai, Corona de calor, Sopita y Del franelero popular. Su sitio web es http://www.revagliatti.com.ar/ :

Mar del Plata

Boca abajo en la playa
codos en la arena
Mecha, divertida

Muy en segundo plano
a la izquierda
agua y gente

A la derecha
gente y casino

Eduardo, bastante tostado
Los dos, lindos


Etiquetas: Notas al margen
2 comentarios:

Ricardo Rubio dijo...
En ambos poemas puede verse un remate preciso y a tono con el trato de cada uno. El uso de la ironía es común a los dos. Creo que la ironía y la suspicacia son los recursos más usados por Revagliatti y, en el caso, también por Iannelli, aunque no se trate de jóvenes. Pero, por otra parte, pienso que en cada generación ha habido uno o dos poetas que se manifestaron así: Olivari, Girondo, Luchi, Constantini, y, cada tanto, un poema suelto de cualquiera; claro, "cada uno con su canto".
Creo que, lamentablemente, los chicos de hoy están escribiendo la poesía que los norteamericanos escribían hace más de 40 años, uniendo la ironía con lo trágico.

23 de noviembre de 2009 23:30

Alberto lago dijo...
Me recuerda una anecdota de Ramón y Cajal, que dando una conferencia en castellano y pronunciando los anglicismos como se escriben, provoco la risa de los ilustrados científicos. A partir de ahí dio la conferencia en inglés (nadie se enteró de nada...).
Por otro lado estoy de acuerdo con lo que dice Ricardo Rubio sobre las tendencias de la poesía norteaméricana y en cierta medida se debe a qué es una poesía -en muchos casos-, más facilona, falta de rima y ritmo; puramente descriptiva y por lo tanto de fácil recurso (lo que pasa es que en la mayoría de los casos las copias quedan peor que los origínales).

30 de noviembre de 2009 05:27

Zumatra y la mecánica de tu corpiño / Compromiso-sección Cultura

Fragmento acerca de Zumatra y la mecánica de tu corpiño de un reportaje realizado por Nora Lorenzo para el diario Compromiso, sección Cultura.
(para leer el reportaje completo on line
http://almacensinecdoque.blogspot.com/search/label/para%20Compromiso)

...
El título de tu libro de poesía es bastante particular “Zumatra y la mecánica de tu corpiño” Seguramente el lector descubrirá el misterio de Zumatra al leer el libro; pero qué simboliza para vos Zumatra? Y por qué la elección de ese título?

Porque Zumatra es Argentina, pero tiene todos los componentes del sueño, de lo inasible, de lo que se ve pero no se puede tocar, como pasa en los espejos. Y hay también algo que tiene que ver con lo identitario: Zumatra es un país como el nuestro, en el que veces no sabés quién sos, un país que está lejos y cerca, que tiene cosas entrañables y otras muy sórdidas.

¿Te identificas con alguna corriente poética en particular?

Me gusta la poesía conceptual, aunque me quedo con esta maravillosa definición de Marco Denevi: “La poesía no es el pensamiento mismo, sino la onomatopeya de ese pensamiento”.

¿Lees poetas contemporáneos, cuáles te gustan?

Leo, sí. De los vivos, sobre todo Irene Grus y Arturo Carrera.

¿Crees como decía Giannuzzi que en el poema importa más lo que no se dice?

Sí. Por eso es tan difícil escribir buena poesía. Si el poema enuncia lo que quiere decir jamás podrá comprometer emotivamente al lector. Aquello que no se dice, entonces, estará fundado por aquello que sí se dice (como en la teoría del Iceberg de Heminway) y terminará diciéndose en la cabeza del que lee pero ya fuera del poema. Ése será entonces un buen poema.

En la actualidad se publican muchos libros de poesía, aún cuando “la poesía no se vende”, ¿ Por qué crees que se da este fenómeno? ¿Pensas que esto es valioso o la palabra de algún modo nos está devorando?

Un amigo me dijo una vez: “ya que mi poesía no se vende, ergo, no funciona como instrumento de representación, al menos que sirva como instrumento de autoconocimiento”, y es así como siguió escribiendo y publicando. Me parece que en poesía, como dice Mugica, “la paradoja es la lógica de lo esencial”. Hay más poetas que lectores de poesía (ni hablar de lectores puros de poesía), y quizá se publica mucho más de lo que se podría leer. Creo que hoy es relativamente fácil publicar y eso hace que debamos navegar entre un mar de letras hasta que encontremos algo que queramos comprar. Sin embargo, esto garantiza algún modo de pluralidad y democracia (está claro que esto genera un montón de poetas de oficio, pero.., cada cual publica lo que quiere, cada cual elige lo que lee).

...

Zumatra y la mecánica de tu corpiño / Las manos de Urias Heep

Zumatra, por Ricardo Curci (Las manos de Urias Heep)


Lo primero que surge al leer la poesía de Walter Iannelli es que su lenguaje es directo. No hay artificios entre el texto y el lector. pero esta aparente simplicidad es resultado de la elección de un lenguaje que se ha propuesto ser exacto. Exactitud es el nombre para definir a estos poemas, me parece. Para decir, por ejemplo, que en un pedazo de tela se encuentra el universo, no necesita muchas palabras ni una construcción sintáctica compleja. es algo que cualquiera podría haber dicho, quizá, pero no de la manera en que aquí se dice. porque en este caso, la simplicidad magnifica el contenido del poema, como una piedra que produce olas en las aguas quietas que todos tenemos bajo las capas de la conciencia. La poesía de Iannelli explora a filo de machete en la oscuridad de un cuarto lleno de objetos peligrosos que no recordábamos que allí estaban. por eso, cada final deja una sensación de desolación, como cuando compara la espalda de una mujer con un muro. En los poemas del ciclo de Zumatra, lo exótico del nombre da más verosimilitud a las cuestiones que tratan, que no son otras más que la esperanza inútil pero siempre buscada (como los que esperan en Zumatra), la violencia ancestral (los consorcios de Zumatra) o la incapacidad por encontrar más que escombros y suciedad en las calles que forman la mente de los hombres (los lavanderos de Zumatra, uno de los mejores del libro). En estos poemas lo extraño nos permite ver lo que somos como si fuera otro el que lleva tales estigmas. Luego viene el retorno, el reflejo que dice que Zumatra no es sino otro nombre de un lugar que todos llevamos dentro. Pero el lenguaje va creciendo en complejidad hacia la segunda mitad del libro. En el poema Después del sueño, en mi opinión el punto más alto del conjunto, confluyen el lenguaje exacto y a la vez elaborado, exquisito, con el contenido, filosófico y existencial. Aquí, el nombre que no se pronuncia adquiere relieve por las imágenes que intentan describirlo y que lo van alzando hacia el final. Hasta ese abismo desde el que el autor está dispuesto a gritar el nombre de una raza, de un dios tal vez, ese nombre imposible que todos desearíamos escuchar en las ocasiones en que nos preguntamos qué sentido tiene nuestra vida. En una época donde la poesía es enunciativa y enumerativa, repleta de referencias sociales o emocionalidad fácil, como naturalezas muertas que no conmueven por la falta de la luz adecuada (lease talento), los poemas de Walter están construidos sin lugares comunes, con un lenguaje poético diferente porque fusiona la profundidad filosófica con imágenes que suenan frescas pero maduras. Habla de hechos y cosas importantes, profundamente humanas. De esos límites entre los que el hombre camina, con pasamanos endebles, desde y hacia dos abismos imaginados. Estos poemas son crueles porque lo intuido siempre es oscuro, son tristes también, aunque lo disimulen a veces a través del humor. Pero sobre todo son implacables. Sin embargo, el lenguaje, con lento esmero y eficaz sapiencia, se encarga de rescatar la belleza que hay aún en lo terrible.

Zumatra y la mecánica de tu corpiño / Sofós

Zumatra (por Valentín Cricco, revista Sofós, octubre 2006)


Si toda poesía es la trasformación de lo real en imagen, la obra de Walter Iannelli nos propone una vía encubierta y sutil de acceso al orden simbólico. Tras su aparente sencillez y cotidianeidad se juega una poética del instante y de lo inmediato ante los ojos. Su propuesta plantea el problema de nuestra inserción como lectores en las imágenes y escenas de su mundo sin engañarnos –ni fascinarnos- con lo que creemos compartir, pero que, sin embargo, nos separa, desde cuya distancia la poesía de Iannelli se instala para sorprendernos.

En Zumatra se articula esta dualidad y ambivalencia. La poesía desoculta esa zona de sentires elementales que se entremezclan y confunden con las cosas en que los personajes quedan fijados, identificándose. La cotidianeidad y lo coloquial nos asimila y absorbe hasta mimetizarnos para, inmediatamente, desconcertarnos.

Algo emerge y se manifiesta por sobre el acostumbramiento y la rutina. Algo, a la espera, aguarda para ser develado por la lectura -siempre infinita- del poema. No obstante hay otra escritura, agazapada tras la simpleza lineal y engañosa. Es el trasfondo larvado, residual, que los objetos y las figuras sostienen y que Iannelli nos revela. Tal vez imaginemos que el poeta habrá de resolver, allí, el desocultamiento que la poesía anuncia.

La poética de Iannelli se instala, sin embargo, en otro registro. En aquella franja de lo cotidiano donde el lirismo y la ironía se conjugan hasta imbricarse en esa ambigüedad de lo poético donde reside uno de los mayores logros de su poesía. Una superficie y un fondo (inadvertido) se confunden para despejarse y abrir, entonces sí, el espacio desocultado en el que lo desoculto estuvo desde siempre, sin necesidad de acto de desocultamiento: “poesía es lo que se está viendo”.

Como en “lucidez del vidrio”, el encanto opresivo de la transparencia reclama, paradójicamente, el ocultamiento para que lo “demasiado claro”, en su engañosa transparencia, no se interponga cuando los ojos “no quieran mirar a su través”.

Comentario aparte merecería el tema de la “teofanía del presente”a la que Iannelli se refiere en “Memoria de la carne”; su obra explicita el carácter radical de la dialéctica del momento que anula, ácidamente, la consoladora duración temporal para aprender la existencia en el instante fugado de la intuición. Pero esto puede ser asunto de otro comentario.